Deja todo ir. Deja que tu mente esté alegre, relajada y libre de toda preocupación. Respira con normalidad. Relaja todos los músculos de tu cuerpo.
Comienza desde la parte superior de tu cabeza hasta la frente. Relaja los músculos de la cara, los párpados, el cuello y los músculos de los hombros, los brazos y hasta las puntas de los dedos. Relaja los músculos de la espalda, el pecho, las piernas y todo hasta la punta de los dedos del pie.
Deje que cada parte de tu cuerpo se relaje. No permitas que ninguna parte de tu cuerpo se contraiga, apriete o tense. Continua relajándote hasta que sientas que cada parte de tu cuerpo, cada célula, está completamente relajada. Ahora te encuentras en un estado de completa relajación en donde se puede sentir un vacío, transparencia y ligereza. Ahora, tu mente se encuentra en un estado de alegría, es clara, pura y brillante.
Suelta y deja ir.
Vacía tu mente. Haz que tu mente esté clara, pura y libre de pensamientos. Imagínate que estás sentado, solo, en un vasto espacio abierto. El espacio está lleno de libertad y tranquilidad. Te sientes como si nunca hubieras tenido ningún apego en tu vida, ningún problema y no conocieras a nadie. Imagina que tu cuerpo no tiene órganos, asumiendo que se trata de un tubo, como si fuera un espacio vacío, hueco, un globo inflado, un cilindro o un diamante que es brillante y claro. Deja que sea un espacio abierto, vacío y hueco al interior. Puedes sentir tu cuerpo más y más ligero, como si estuvieras perdiendo peso, derritiéndote poco a poco y uniéndote con la naturaleza.